Por educadora perinatal Jimena Guarque
Todos sabemos que el embarazo se divide en tres trimestres, pero ¿alguien te ha hablado de qué pasa en “el cuarto trimestre”?
Lo que pasa con tu bebé
Si tienes un recién nacido, seguramente has vivido una escena similar: pasas una hora acunándolo en tus brazos esperando a que caiga rendido. Cuando sientes que está completamente dormido, lo dejas en la cuna y “buaaaa”, estalla en llanto. ¿Qué está pasando?
Te recomendamos: Así evoluciona el sueño de nuestros niños y niñas.
El pediatra Harvey Karp acuñó el término “cuarto trimestre” al observar que los bebés nacen “demasiado pronto”. Desde su punto de vista, nacen a los nueve meses, aunque su cerebro no está completamente desarrollado (ni su cráneo sellado), ya que si éste creciera más ya no cabría por el canal del parto.
Al nacer, son seres completamente dependientes para satisfacer sus necesidades fisiológicas. Por eso dice Karp que “se debe pensar en ellos todavía como fetos”. Así que, de acuerdo con el autor: “si quieres que se sientan felices y seguros, tendrás que recrear el mundo de un feto”.
En el vientre, los bebés se arrullan con el movimiento y se despiertan cuando estás quieta (por eso sus pataditas se sienten más cuando te acuestas). Funcionan por ciclos: comen, juegan y se duermen una y otra vez. Además, tienen una fuente de alimentación, calor, sonido y contención constante: el cuerpo de mamá. Para reproducir todas estas condiciones y hacer una transición hacia el mundo extrauterino más, el doctor Karp recomienda lo que él llama las “cinco S” (por sus siglas en inglés):
- Envolver/portear (swaddle). Puedes usar un rebozo o fular. Un bebé cargado en una tela se sentirá como cuando estaba apretadito en tu útero, y estará en movimiento constante cerca de su mamá comiendo, observando o durmiendo a su gusto. Si quieres ponerlo en la cama o cuna para dormir, puedes hacerlo taquito y acostarlo siempre boca arriba, con una manta delgada para que no se sobrecaliente y apretando ligeramente sus brazos pero dejando sus piernas holgadas. Esto evitará el reflejo del moro (abren los bracitos súbitamente y esto los despierta) y le permitirá dormir por períodos más largos. Mientras tu bebé esté despierto y contento, no lo hagas taquito, permítele movilidad.
- Cargar de costado o de panza (side or stomach position). Karp explica que aunque poner a los bebés sobre la espalda es la única posición segura para dormir, no es la mejor para cargarlos cuando están inquietos, ya que se sienten inseguros. Recomienda hacerlos taquito y cargarlos de costado o boca abajo (sobre tu hombro o antebrazo, por ejemplo).
- Shhhhh (shush). Dentro del vientre, el bebé permanece en un mundo acuático. La circulación de tu sangre, el latido de tu corazón y tu voz son constantes. Los bebés están acostumbrados al ruido. Es un mito que necesiten silencio para dormir. Al mecerlo, puedes hacer este sonido calmante o ponerle ruido blanco.
- Mecerlo (swing). La mejor manera de imitar el bamboleo que sentía un bebé cuando estaba dentro de la panza de su activa mamá es hacer porteo. Las hamacas también son maravillosas para este propósito, pues contienen y mecen. Karp tiene una técnica especial para arrullar, puedes verla aquí.
- Succión (suckle). Es importante satisfacer este reflejo en los bebés. Los fetos suelen chuparse el dedo. Tu bebé puede succionar tu pecho al amamantar o un chupón.
Lo que pasa contigo
Existe poca cultura sobre la importancia del reposo durante el posparto. En esta etapa, la mamá está abrumada por la gran responsabilidad que implica estar a cargo de un ser humano 24/7, sumada a los cambios hormonales, la experiencia del parto, los entuertos, el sangrado, los cambios en su cuerpo, el proceso de adaptación a la lactancia y la falta de sueño.
En esta situación, intentar recuperar tu ritmo normal es prácticamente imposible: hacer la comida, recoger la casa y recibir visitas es demasiado. La familia, los amigos y cualquier otro círculo de apoyo es crucial.
Pensar que el posparto es como un cuarto trimestre de embarazo, te ayudará a prolongar tu etapa de recogimiento hasta que tu bebé cumpla tres meses. Considera vivirla como cuando estabas a punto de dar a luz: no salías tanto de casa, evitabas manejar y llevabas un ritmo tranquilo, solo que ahora con un pequeño detalle añadido: una compañía muy tierna y demandante.