Vamos a derribar 5 mitos comunes de la lactancia materna. Porque, lo creas o no, hay mujeres que piensan que si tienen pechos pequeños no pueden producir leche o que al amamantar los senos se van a deformar.
Por Educadora Perinatal Jimena Guarque, embarazo, parto y lactancia materna
La recomendación de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF es que sea exclusiva (es decir, solo leche materna, no agua, no jugos, no tés) durante seis meses y después acompañada de alimentos durante año y medio más o hasta que mamá y bebé sigan sintiéndose cómodos.
Las razones médicas para suspender la lactancia materna prematuramente son muy raras (por ejemplo la fenilcetonuria en lactantes o la infección por VIH o consumo de sustancias en mamás), pues trae beneficios físicos y emocionales para la mamá y el bebé.
La mayoría de las mamás producen leche suficiente para su bebé. Los últimos días de embarazo y los primeros días después del parto solo secretarás un líquido amarillo, denso y pegajoso llamado calostro. Este se conoce como la “primera leche” y es rico en nutrientes y componentes inmunológicos, además de que funge como laxante para que tu hijo haga su primera popó, llamada meconio.
No hay mejor alimento para un recién nacido que esta leche dorada y no necesita más que esas gotitas que te salen, pues su estómago es del tamaño de una cereza. Eso sí, hará rápido la digestión y necesitará comer aproximadamente cada hora. Entre el tercer y quinto día te “bajará la leche”, tus pechos se llenarán y empezarás a producir un líquido más blanco conocido como leche de transición.
La manera más efectiva de estimular tu producción de leche es que tu bebé succione tus pechos cuando lo desee, sin horarios. Conforme vaya creciendo la extraerá más eficientemente mientras tu cuerpo se va ajustando para producir más cantidad.
Que un recién nacido rechace el pecho puede deberse a varias causas, la más común es una técnica de lactancia deficiente que provoca que tu bebé no obtenga recompensa por su esfuerzo de succión (no salga leche) y, por lo tanto, se frustre. Recuerda que tu pezón debe llegar muy adentro en su boca y que sus labios deben cubrir gran parte o toda tu areola.
En YouTube puedes encontrar videos que te ayudarán, aquí te dejo uno. Otras razones pueden ser: un bebé resfriado (tiene la nariz tapada), dormilón, prematuro con poca fuerza de succión o con infección de oídos. Tu pediatra o una consultora de lactancia pueden orientarte mejor.
Te recomendamos: Así te puede ayudar una asesora en lactancia.
Se habla mucho del apego inmediato y de la importancia de que mamá y bebé pasen tiempo juntos, y es verdad que hacerlo les facilitará el proceso de inicio de la lactancia. Pero hay ocasiones en que mamá y bebé tienen que separarse, ya sea por el protocolo hospitalario, porque mamá tuvo una cesárea o una complicación de salud, porque bebé no está en condiciones para prenderse al pecho (debido a la prematurez, por ejemplo), etcétera. Sin embargo, esto no quiere decir que no puedan iniciar o retomar la lactancia más tarde.
Aprovecha el tiempo que estén juntos para ponértelo al pecho e intentar que coma. También puedes apoyarte de un extractor de leche para estimular tu producción cuando estén separados.
Es posible que tu bebé también tenga el virus. Si es así, un artículo en The Lancet demostró que es más seguro que permanezcan juntos y lo amamantes. Si tu bebé no está contagiado debes saber que hasta el momento no hay evidencia clara de que el Covid-19 pase a través de la leche materna, pero sí de que le transmitirás a tu bebé anticuerpos contra la infección a través de ella. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que los beneficios de amamantar a un bebé son mayores que los riesgos de infección por COVID-19. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos recomiendan que, si tu bebé no está contagiado, laves tus manos frecuentemente y uses cubrebocas al estar con él o al extraerte leche (si optas por que alguien más lo cuide), ya que el virus se transmite por gotas de saliva y fluidos. Si te extraes la leche, ten especial cuidado en limpiar tu extractor y los contenedores para guardarla.
Te recomendamos: Lactancia materna en tiempos de Covid-19.
Mito: Las mujeres con senos pequeños no producen leche.
Realidad: Según el informe publicado por Unicef, el tamaño de los pechos no influye en la lactancia. “Todas las mujeres producen leche de buena calidad y en cantidad suficiente porque la lactancia es un proceso regido por la ley de la oferta y de la demanda”.
Mito: Si doy leche a mi bebé mis pechos se van a deformar.
Realidad: La lactancia materna no estropea el pecho. Lo que provoca cambios en el cuerpo de la madre es el embarazo en sí mismo y el paso del pecho, sin importar si amamantas a tu bebé o no. No todas las mujeres sufren cambios permanentes, hay algunas cuyos pechos vuelven a un estado prácticamente igual al que tenían antes de quedar en ese estado. Depende también de la genética. No hay una mujer tipo.
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