De los múltiples temores que se presentan durante el embarazo, probablemente una de las situaciones que más asustan a las mujeres es sufrir preeclampsia y sus complicaciones. La preocupación es razonable: según un informe de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud de México, las enfermedades hipertensivas, como la preeclampsia, son una de las principales causas de muerte materna en nuestro país.
Leonardo Ávila, ginecólogo del Hospital Español, explica que se trata de “un estado propio del embarazo que puede generar hipertensión. Generalmente se presenta después de la semana 20 de gestación“. Las mujeres que la padecen muestran signos de proteinuria (presencia de proteína en la orina) y valores arteriales mayores de 90/140.
Si una mujer embarazada tiene preeclampsia y no se le detecta o atiende a tiempo, los resultados pueden ser muy graves. Ávila señala que “habitualmente provoca daños en los órganos, insuficiencia renal y hemorragias cerebrales. También puede restringir el crecimiento del bebé, o bien, provocar que se tenga que interrumpir el embarazo en una etapa prematura, por lo que el bebé no siempre es viable. En el peor de los casos, la preeclampsia puede provocar la muerte de madre e hijo”.
Hasta el momento no hay certezas respecto a los factores de riesgo que pueden predisponer a las mujeres a esta enfermedad; sin embargo, existe cierto consenso alrededor de algunas características que podrían estar relacionadas. Entre ellas se encuentran:
Para saberlo, es indispensable acudir a las citas de seguimiento del embarazo. En ellas, tu médico te realizará chequeos de rutina que pueden mostrarle indicios que ayudarían a la detección, como monitorear tu presión arterial, verificar si existen datos de vasoespasmo y confirmar que no haya niveles altos de proteína ni de azoados –toxinas– en tu sangre. También te preguntará si has experimentado dolor de cabeza, zumbido de oídos, vómito o náuseas, dolor en la parte alta del abdomen o si has visto luces: todo ello es señal de alarma.
El camino para prevenir la preeclampsia es la atención médica temprana. Algunos expertos recomiendan realizar un ultrasonido antes de la décima semana de embarazo en el que se mida el índice de pulsatilidad de las arterias uterinas. Si existe alguna alteración, es probable que la paciente la presente, por lo que se le recetará un tratamiento preventivo muy sencillo que puede evitar todas las complicaciones de este mal.
Si se detecta a tiempo, puede controlarse, y tu bebé incluso podría nacer a las 40 semanas. “Lo más importante es hacer un diagnóstico temprano, dar medicamentos antihipertensivos específicos para esta etapa y tener un monitoreo continuo del bebé. Sin embargo, si deja de crecer o hay alteraciones de los flujos, es decir, que llegue poca sangre, hay que interrumpir el embarazo, independientemente de que la persona esté controlada”, señala Ávila. Pese a ello, existen muchos casos de éxito: “el embarazo sí puede llegar a término. Incluso las mujeres con preeclampsia pueden tener un parto”. No faltes a tus citas médicas: el monitoreo continuo es fundamental para tu salud y la de tu bebé.
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