No hay falla, cuando estás esperando bebé siempre hay quien te mira fijamente y te dice: “Va a ser niña, tu barriga de embarazo es ancha”. O a la inversa: “Será niño porque tu vientre es puntiagudo”. Aunque parezca increíble, todavía hay quien cree en el mito de que la forma y el tamaño de la pancita predice el sexo del bebé. ¿Qué hay de verdad o mentira en este mito?
La realidad es que nada. La forma y el tamaño de la pancita no predicen el sexo del bebé. La creencia popular dice que si una mujer embarazada tiene la pancita puntiaguda, entonces va a tener niño. Si por el contrario el peso está más distribuido en medio y se nota más bien una pancita acha, entonces será niña. Lo cierto es que esto es solo un mito que no tiene fundamento.
Hay niños que pesan más que otros al nacer, en promedio los niños son más grandes, eso puede ser un factor que podría influir en que la pancita se vea más grande.
Un punto más a considerar es la posición en la que está en el vientre. Si tiene la espalda al frente, el estómago se ve más puntiagudo; si la espalda está paralela con la de mamá entonces se verá más aplastado. Esto no depende del género, incluso varía muchas veces a lo largo del embarazo.
Otros factores que se deben considerar son la fortaleza de tu abdomen (ligamentos), la posición natural que tiene tu útero, si sufres indigestión por tu embarazo o si ya tuviste un embarazo previo, lo cual puede debilitar tu abdomen.
En resumen, el dicho que dice: “Si tu vientre es alto, es niña. Si es bajo, es niño”, es completamente falso.
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Falso. Esta creencia está basada en que algunos hombres comparten síntomas del embarazo. Si bien este fenómeno es verdadero y se llama síndrome de Couvade, donde incluso llegan a sufrir vómitos, repulsión a ciertos olores y antojos, no tiene que ver nada con el sexo del bebé.
El aumento de peso de algunos futuros papás se debe más bien al acompañamiento que hacen en los antojos de la mamá, al estrés y ansiedad producidos por la paternidad, así como la disminución de la práctica de ejercicio físico.
Las náuseas en el embarazo surgen por los cambios en los niveles hormonales de la mujer durante esta fase y se producen independientemente de si el bebé es niña o niño. Suelen comenzar entre la semana cuatro y seis de gestación y continuar hasta el cuatro mes. Ocurre con más frecuencia en quienes esperan más de un bebé.
Los antojos o deseos inaguantables e inesperados de comer cierto alimento tampoco tiene que ver con el sexo del bebé. En realidad se producen por los cambios hormonales o por las carencias que tenga la madre, es decir, los antojos surgen para compensar alguna necesidad específica de vitaminas, proteínas y minerales.
El único método confiable para averiguar el género de tu bebé es por medio de una ecografía o ultrasonido.
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