Por Beatriz Gaspar/La-Lista.com
Natalia, mi hija de 10 años, cursa el quinto año de primaria. Está por concluir un ciclo escolar completo en confinamiento. Veo su rostro en las mañanas, a veces, cansado de la rutina. Sentarse de 7.30 am a 2.30 pm. El 23 de marzo cumplimos un año de que se implementó la Jornada de Sana Distancia.
Sus calificaciones han estado como sus emociones: en una constante ruleta rusa. A veces muy bien y otras más, muy mal. Pero no ha sido la única, su grupo conformado por alrededor de 30 niñas y niños están en la misma situación, un día todos están eufóricos participando y hablando como si las palabras no pudieran dejar de correr por sus bocas, pero otros días están ausentes, sin encender el micrófono, desconectandose o simplemente sin prender sus cámaras.
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Ellos forman parte del 96% de niñas, niños y adolescentes que permanecieron en la escuela mediante educación a distancia y por internet (77%), según datos de la encuesta sobre impactos en infancia y adolescencia #ENCOVID19CDMX, realizada por el gobierno de la Ciudad a través del Consejo de Evaluación del Desarrollo Social (Evalúa CDMX) en colaboración con UNICEF (el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la Universidad Iberoamericana.
Los datos levantados del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2020 muestran que el mayor impacto en los hogares capitalinos son los que cuentan con menores de edad, hubo una reducción en los ingresos familiares (71%), un ambiente de ansiedad (32%) y depresión (25%), poca seguridad alimentaria (27%), abandono escolar (14%) y donde se considera un aprendizaje peor que en clases presenciales (58%).
Un cóctel que puede ser brutal en el futuro de la vida de los estudiantes, no solo de este grupo, también del resto de los que viven en la capital y en el país. Aún no encontramos una fórmula exacta, dentro del confinamiento, que les haga navegar estas olas de una manera más ligera. Nosotros, los adultos, tampoco la hemos encontrado. A veces un día a la vez, y otras más generando estrategias que siempre están a prueba y error.
Pero el deseo colectivo, así como la esperanza, persiste en que esta etapa sea solo un recuerdo. Ojalá que persistan los esfuerzos por lograr que cada niña, niño y adolescente tenga las herramientas intelectuales y mentales para hacer frente al futuro que aún es incierto.
Este artículo se publicó originalmente en La-Lista.com. Consúltalo aquí.
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