Sylvanus Griswold Morley (7 de junio de 1883 – 2 de septiembre de 1948) fue un arqueólogo y epigrafista estadounidense que estudió la civilización maya precolombina a principios del siglo XX. Morley lideró extensas excavaciones en el sitio maya de Chichén Itzá en nombre del Instituto Carnegie y publicó varias grandes compilaciones y tratados sobre la escritura jeroglífica maya, así como libros de divulgación para el público en general.
Durante su vida, Morley fue uno de los principales arqueólogos dedicados al estudio mesoamericano.
Inspiración para Indy
Todos sabemos acerca de las fantásticas habilidades del célebre arqueólogo Indiana Jones pero, ¿sabías que está inspirado en un hombre de carne y hueso?
El verano del 2023 será recordado como el momento del adiós de uno de los personajes más queridos del mundo cinematográfico: Indiana Jones, o al menos del Indy (como se le llama de cariño) original, el interpretado por el gran Harrison Ford.
A 42 años de distancia del estreno de la aclamada película Los Cazadores del Arca Perdida (Spielberg, 1981) el famoso y reconocido arqueólogo parece despedirse de la aventura y el peligro.
Por esta razón, y para que puedas comprender un poco mejor a tan singular académico, en esta ocasión quiero hablarte de una de las inspiraciones que George Lucas y Steven Spielberg tuvieron para dar vida a una de sus máximas creaciones. Se trata de Sylvanus Morley, un estadounidense del siglo pasado que, sin duda, tuvo una vida muy peculiar.
¿Quién fue Sylvanus Morley?
Es reconocido por haber sido un apasionado de la arqueología maya y uno de sus precursores más importantes, pero veamos cómo fue su vida.
Morley nació en 1883 en Pennsylvania, desde muy pequeño se sintió atraído por temas relacionados con las culturas mesoamericanas, se sabe que uno de sus libros favoritos fue Heart of the World, de H. Rider Haggard, que trata acerca de ciudades perdidas en Centroamérica.
Sin duda su padre debió ser muy estricto, ya que era coronel y además maestro de química, matemáticas y táctica en un colegio militar, quizá por eso cuando joven se vio obligado a hacer a un lado su deseo de ser arqueólogo para estudiar ingeniería civil, sin embargo, en cuanto terminó esta carrera (en 1904) se inscribió en arqueología, en la prestigiada Universidad de Harvard, donde se especializó en las culturas egipcia (otra de sus pasiones de infancia) y maya precolombina, esta segunda y definitiva carrera universitaria la concluyó en 1907.
Un año más tarde, después de concluir su maestría viajó por primera vez a México y Centroamérica, a hacer trabajo de campo con el proyecto de investigación de la Escuela Americana de Arqueología. Entre 1909 y 1914 participo en varias expediciones arqueológicas en la zona maya, las que sin duda lo dejaron prendado de esta cultura.
Un espía con cara de arqueólogo
Con el estallido de la 1ª Guerra Mundial la vida de Sylvanus dio un giro completamente inesperado; el gobierno de los Estados Unidos, a través de la Oficina Naval de Inteligencia, necesitó de sus servicios para defender a su país, pero no fue llamado para pelear en el frente de batalla, sus habilidades de investigador científico y su aspecto académico fueron aprovechadas para iniciarse en el mundo del espionaje de guerra.
Su misión era descubrir (si es que existían), bases marinas secretas del ejército alemán en las costas centroamericanas, así como cualquier actividad sospechosa de ser un peligro para Norteamérica.
La revista National Geographic lo cita de la siguiente manera:
“Como espía, Sylvanus Morley redactó múltiples informes sobre las actividades políticas y sociales de aquellos territorios (sobre todo las que podían perjudicar los intereses de los Estados Unidos), así como análisis económicos o una detallada cartografía de los litorales de Centroamérica y México. Pese a que su actividad como espía no fue descubierta hasta después de su muerte, muchos aseguran que Morley fue uno de los mejores agentes secretos estadounidenses de la Primera Guerra Mundial, destacando la naturaleza ética que determinó su trabajo”.
No me queda la menor duda de que Sylvanus Morley supo sacar provecho de su formación militar, de su habilidad como ingeniero y de su gran pasión por la investigación para no solo ser un espía excelente, sino para no haber sido descubierto sino hasta 1948, cuando él ya había muerto.
De vuelta a la selva maya
Una vez terminada la guerra y con ello su misión de espionaje, Morley volvió a su pasión: la Cultura Maya, a cuyo estudio se dedicó a partir de entonces y prácticamente hasta que murió.
A partir de 1923 dirigió extensas excavaciones en el sitio maya de Chichén Itzá con el auspicio del Instituto Carnegie y el apoyo de la National Geographic Society, las que fueron un referente indiscutible para descubrir y aprender más acerca de la antigua civilización maya.
Algunas de las excavaciones más importantes que dirigió Morley en Chichén Itzá incluyen:
- La excavación del Templo de los Guerreros: el equipo de Morley descubrió una gran cantidad de artefactos y esculturas en este templo, incluida la famosa estatua de Chac Mool.
- La excavación del Caracol: esta estructura era un observatorio astronómico, y el equipo de Morley descubrió varias alineaciones astronómicas e inscripciones que arrojan luz sobre el conocimiento astronómico maya.
- La excavación del Gran Juego de Pelota: este fue el juego de pelota más grande de Mesoamérica, y el equipo de Morley descubrió varios artefactos e inscripciones que ayudaron a comprender el significado del juego de pelota en la cultura maya.
- La reconstrucción de El Castillo: Morley supervisó la reconstrucción de esta icónica pirámide, que había sido dañada por intentos de restauración anteriores. La reconstrucción se basó en un estudio cuidadoso de la estructura original y fue elogiada por su precisión.
Sylvanus Morley es, indiscutiblemente, una de las figuras de mayor importancia en la historia de las culturas precolombinas, sobre todo de la Maya, mucho de lo que hoy se sabe es gracias a él y a su pasión por descubrir más del pasado, prueba de ello es su obra, entra la que destacan An Introduction to the Study of Maya Hierogliphs (1915), The Inscriptions at Copaci (1920), The Inscriptions of Peten (cinco volúmenes, 1938) y The Ancient Maya (1946).
A su muerte, sucedida en 1948, era director de la Escuela de Investigación Americana y del Museo de Nuevo México. La Universidad Autónoma de Yucatán menciona que, en un homenaje post mortem, el embajador de Honduras en los Estados Unidos, Rafael Heliodoro Valle le dedicó las siguientes palabras:
“El concepto del sabio a quien no lloramos, disipa el dolor y la tristeza, con objeto de proyectar la luz con la que él pasó por la vida, con la misión de llevar las semillas que cantan…”
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