El 12 de noviembre de 1651, en un pueblito de lo que hoy conocemos como Estado de México llamado San Miguel Nepantla nació una niña que al crecer iba a convertirse en una de las mejores escritoras de México. Se llamó Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, pero todo mundo la conoce como Sor Juana Inés de la Cruz. De esta y otras peculiaridades te enterarás con esta biografía para niños de Sor Juana Inés de la Cruz.
Los historiadores que han investigado la vida de Sor Juana dicen que era una niña muy inteligente, un prodigio, que cuando tenía 3 años se colaba en el cuarto donde su hermana mayor, María, estudiaba con una maestra. En ese entonces las niñas estudiaban con señoras a quienes les decían amigas. Juana pidió que la dejaran estudiar junto con su hermana y aprendió a leer rápidamente.
Era una niña muy curiosa y activa, le gustaba mucho leer y hacer preguntas. Para esa época, era muy raro que una niña se interesara tanto en el mundo en el que vivía. Cuando cumplió 5 o 6 años, Juana se enteró de que existía una escuela que se llamaba universidad; ahí los muchachos estudiaban para tener una carrera, lo malo es que estaba prohibida para las mujeres, por lo que le pidió a su mamá que le cortara las trenzas, la vistiera de niño y así poder entrar “disfrazada” a la universidad. Su mamá le dijo que estaba loca y no tocó su largo pelo.
A pesar de todo, Juana siguió estudiando, y hasta se ponía castigos si no aprendía lo que se había propuesto. Su abuelito tenía una enorme biblioteca donde Juana pasó muy buenos ratos leyendo poesías y antiguas historias. Esto hizo que aprendiera a hablar muy bien el español, pero también aprendió náhuatl, latín, griego, francés e italiano. Era muy buena estudiando historia y le encantó aprender lógica y leer sobre mitología. Escribió su primer poema cuando tenía 8 años.
A los 13 se fue a la Ciudad de México. En esa época México se llamaba Nueva España y como todavía era una colonia española, el rey de España mandaban a un señor que gobernaba en un palacio con el título de virrey de la Nueva España.
Pues a ese palacio llegó Juana para ser dama de compañía de la esposa del virrey. La muchacha había aprendido tanto, que un grupo de sabios le hizo un examen muy largo y difícil y los sorprendió con todo lo que sabía. Si hoy fuera a la escuela se sacaría puro diez.
Juana estaba muy consentida en la corte, pero siempre había fiestas, reuniones y personas con quienes tenía que platicar por cortesía. Esto le quitaba el tiempo que ella quería para leer, así que tomó una decisión a los 15 años.
Juana tenía que decidir qué iba a ser de grande y solo tenía dos opciones: casarse o hacerse monja. Se dice que ella no era una persona muy religiosa, pero escogió la segunda opción porque lo que más deseaba en el mundo era seguir estudiando, y lo podía hacer mejor en un convento.
Juana ingresó al Convento de las Carmelitas Descalzas de San José, donde permaneció durante unos meses. En 1669, a los 21 años, ingresó al Convento de la Orden de San Jerónimo, donde permanecería hasta su muerte.
Fue entonces cuando la niña Juana de Asbaje se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz. Durante sus años en el convento, Sor Juana escribió villancicos, poemas, obras teatrales, estudió los astros y hasta llevó a cabo experimentos científicos. Su pequeña habitación estaba llena de libros, instrumentos científicos y mapas. Nunca descuidó su vida religiosa; muchos de sus escritos nos invitan a reflexionar sobre la religión. Pero como este trabajo solo lo hacían hombres religiosos, o sea, frailes y curas, se metió en grandes problemas.
Sor Juana insistió en seguir escribiendo y pensando a pesar de las críticas y amenazas que recibía. Cuando sus amigos, el virrey marqués de la Laguna y su esposa María Luisa, condesa de Paredes abandonaron la Nueva España en 1688, Sor Juana perdió gran parte de la protección a la que estaba acostumbrada. Lamentablemente, luchar sola sin el apoyo de ellos la puso muy triste. Un día dijo: ¡ya basta!
Vendió todos sus libros y aparatos para sus experimentos y el dinero que ganó lo donó a los más pobres. El resto de sus días los dedicó a sus tareas de monja en el convento.
No todo fue tan malo para la obra de Sor Juana. La virreina de México, María Luisa, se llevó algunos de sus escritos a España.
En 1695 una plaga de peste golpeó el convento. El 17 de abril, después de atender a sus hermanas, Juana murió de la enfermedad alrededor de los 44 años (pues nunca se supo de cierto su fecha de nacimiento), en la Ciudad de México.
Hoy celebramos a una mujer que luchó, fue valiente se esforzó en cumplir sus metas y se ha convertido en un ejemplo para todas las niñas y mujeres del mundo.
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Soneto II
Sor Juana Inés de la Cruz
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