Julieta tiene ocho años y está muy emocionada por regresar al colegio. Está a punto de entrar a cuarto año de primaria y, tras más de un año en clases virtuales, todo parece indicar que este ciclo escolar lo podrá cursar de forma presencial. En su escuela, como en algunas otras instituciones, sobre todo particulares, aplicarán una estrategia inspirada en modelos europeos, le llaman grupos burbuja. ¿Qué son, en qué consisten?
Los grupos burbuja son un modelo de integración escolar que busca reducir el número de contagios por covid 19, agrupando a los estudiantes en ratios reducidos, y sin contacto con alumnos de otros grupos.
El término se empezó a escuchar por primera vez en Dinamarca, primer país en reabrir los centros educativos, y Nueva Zelanda, el que mayor éxito ha tenido en la lucha contra la pandemia.
Aunque la recomendación de los gobiernos de permanecer en casa y evitar interacciones sociales a gran escala siguió en pie en dichos países, se permitió a la población que ampliara su círculo de contactos por medio de “burbujas sociales”.
La gente debía continuar dentro de la burbuja de su hogar, con su familia nuclear, pero podía expandirla a su familia extendida, siempre y cuando todos vivieran en el mismo pueblo o ciudad y formando grupos exclusivos. Las personas que forman parte de una burbuja no podían ser parte de otra.
El modelo fue eficiente para aumentar el contacto social y a la vez minimizar el riesgo de transmisión, por lo que fue replicado por otros países europeos, para acelerar la apertura de las escuelas.
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Pilar M Samperio, Directora Técnica del Centro Educativo Instituto Reforma explica: “¿Qué pasa con las burbujas? Son cápsulas que mantienen protegido el interior. ¿Y qué pasa cuando una burbuja se quiere juntar con otra? Por naturaleza se rompe, no pueden convivir juntas. Ese es el principio de los grupos burbuja.
“Este modelo se ha estado aplicando en España con buenos resultados tras la reapertura de las escuelas. Sirve para tener perfectamente identificadas y controladas las redes de interacción de los niños, de esta manera, en caso de contagio, se puede limitar la enfermedad. Lo interesante es que se ha visto que los pequeños que integran esa burbuja se cuidan mutuamente, además de que ayuda positivamente en sus relaciones sociales”, dice.
La idea de los grupos burbuja es que sean reducidos, con un máximo 15 estudiantes por aula. Los grupos que son más grandes “se parten”, y se mantiene la sana distancia entre pupitres.
“En el caso de Julieta, por ejemplo, ella estará en una burbuja con solo cinco compañeros. No va a tener interacción con grupos de otros grados, solo podrán ingresar al aula la maestra de español, inglés y computación, cada uno en sus clases. Música y educación física se darán en las áreas abiertas. Saldrán a recreo por horarios y vamos a llevar el seguimiento de los niños en cada una de sus actividades. Los maestros, aunque ya están vacunados, se harán pruebas de covid regularmente”, agrega la educadora.
Para Per Block, coautor de un estudio de la Universidad de Oxford sobre nuevas estrategias de distanciamiento social, este modelo tiene ventajas, pues cuanto más estricta y prolongada es la “cuarentena”, el costo psicológico y social es mayor.
“Reducir el contacto de alto impacto, en lugar de eliminarlo en general permite mitigar el impacto social, conductual y económico, manteniendo un bajo riesgo de contagio. La reducción del contacto estratégico es más agradable, permite una mayor adherencia y ayuda a liberar la ansiedad, sobre todo de los niños, que se sienten atrapados en sus casas”, explica Block.
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Los protocolos de higiene de los alumnos y la limpieza en las escuelas en este modelo son impecables, pero sí se permite que los miembros que integran la burbuja convivan entre sí, porque finalmente son niños
“Es importante que recordemos que son escuelas, no cárceles. Nos mandaron la Guía Operativa de la SEP con protocolos muy rigurosos, que no pueden salir los niños de salón y muchos otros no. Los niños deben interactuar entre sí. Tenemos muchos pequeñitos que ya no quieren salir de sus casas por miedo. Al integrarse a un grupo los demás le van a dar la confianza que nosotros como adultos no le pudimos dar. Cuando vean a sus compañeritos cuidarse ellos y a los demás, entonces ese miedo va a bajar. Los humanos somos seres sociales, de imitación y reconocimiento”, añade la directora escolar.
El éxito del modelo depende de que las personas cumplan con las reglas y que, a la par que se establecen grupos burbujas en las escuelas, las familias también formen burbujas sociales. Por otro lado, en escuelas públicas, donde la matrícula de alumnos es elevada, será difícil reducir el número de alumnos, pero sí se pueden optar por modelos híbridos con grupos burbuja presenciales, alternados con clases a distancia.
Sin duda esta etapa nos dejará muchos aprendizajes como sociedad. “La pandemia es una enseñanza para la vida. En mi comunidad hay niños que han tenido que quedarse solos en casa porque sus padres deben salir a trabajar y aprendieron el autocuidado. Los niños nos pueden dar cátedra de corresponsabilidad y empatía porque son los primeros en atender las reglas y los protocolos sanitarios. En este punto lo que importa es que estén bien, que se sientan seguros”, finaliza Samperio.
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