Conforme tu bebé crece, su conocimiento de sí y su entorno se va formando. Para él todo es nuevo, sobre todo lo que ve, pues durante los nueve meses de gestación su sentido de la vista no se desarrolló, por lo tanto, desde la primera vez que abrió los ojos al mundo se sorprendió con los colores y las formas, por lo que mirar su reflejo en el espejo es más que un juego para tu bebé.
Esta actividad le ayuda a tu pequeño a entenderse a sí como una persona única, a formar su autopercepción y, en consecuencia, su identidad. Claro que esto no sucederá de modo inmediato, será un proceso paulatino del que tú serás su mejor testigo y acompañante.
Si bien es cierto que cada peque tiene su propio ritmo de crecimiento, hay un estándar en cuanto a la evolución de este sentido se refiere:
Al nacer, los bebés pueden distinguir colores brillantes y formas grandes, entre las que por supuesto que se incluyen los rostros, sobre todo los de sus padres, que empiezan a relacionarlos con las voces que les son tan familiares.
Hacia el tercer mes, los infantes pueden distinguir formas más pequeñas y una variedad más amplia de colores, mientras que en el mes número cuatro la vista binocular se está asentando, es decir, que los dos ojos funcionan al mismo nivel y ya hay percepción de profundidad.
Cuando llega al primer año, la vista debe estar completamente desarrollada, sin embargo, es importante que al menos una vez al año un especialista revise el funcionamiento de los ojos.
Estrechamente vinculado con la vista está el descubrimiento de un artículo que forma parte de la vida de todos: el espejo.
La primera vez que tu bebé se vea al espejo quizá no sea tan emocionante como cuando empieza a descubrir sus propias manos o pies, pero cuando entiende que la personita que mira frente a sí es él mismo, entonces sí que es un descubrimiento sin igual.
Antes del medio año tu hijo no puede distinguir entre la realidad y lo que ve en un espejo, para él es lo mismo, es a partir de este momento cuando este objeto puede convertirse en un formidable instrumento de aprendizaje durante los siguientes 12 meses. En ese tiempo llegará a entender mejor quién es y cómo es el mundo en el que vive, es decir, que le ayudará a la maduración de su cerebro.
Un punto de suma relevancia es que la compañía que percibe a través del espejo le dará tranquilidad, ya que los niños al estar con sus iguales se sienten en calma, les da seguridad, así que el chiquitín que los acompaña y le sonríe desde el otro lado puede ser un apoyo fundamental.
Ahora bien, se sabe que la imitación es una forma de aprendizaje, así que al tener a su compañero de juego mirándolo fijamente y moviéndose como él, también se estará favoreciendo en buena medida su desarrollo psicomotor.
Y como la imitación es tu arma secreta, es momento de hablar de lo que puedes hacer con tu hijo en una divertida sesión frente al espejo. Para empezar él te conoce bien, así que cuando logre comprender que la persona en el espejo que tanto se parece a papá o mamá cargando o jugando con un bebé, es papá o mamá jugando con él, comenzará a identificarse a sí mismo en ese reflejo.
Un ejercicio que es de mucha ayuda para los más pequeños es que tú muevas manos y brazos frente al espejo, notarás que tu hijo mira alerta el reflejo y lo que haces, así irá entendiendo la diferencia entre el espejo y la realidad. Seguido a esto puedes tomar sus manitas y hacer que se toque a sí mismo, mientras le repites su nombre para reafirmar que se trata de él en el reflejo.
Cuando ya está cerca de cumplir un año y que ya se pone en pie, apoyarse en su amiguito reflejado en el espejo y jugar con él a besarlo y tocarlo es el aliciente perfecto para que se mantenga erguido cada vez por más tiempo, así irá fortaleciendo sus piernitas, su abdomen y su espalda.
En esta etapa tú puedes jugar a caras y gestos de emociones, es decir, a hacer expresiones de las diferentes emociones que él puede sentir mientras las nombras: sonreír mientras dices que estás alegre, fruncir el ceño y decir que estás molesto, así con cada emoción que tu pequeño pueda identificar.
Por decirlo de alguna manera, esta será su graduación ante su reflejo y sucede entre el año y medio y los dos años de edad. Para ese momento ya camina, así que puede percibir que el niño que se acerca y aleja en el espejo es él, reconoce su ropa, su cuerpo y su rostro.
Una forma sencilla y divertida de comprobar que se ha reconocido es pintar una manchita en su nariz o mejillas y luego ponerlo frente a espejo.
Si reacciona tratando de limpiarse entonces puedes estar seguro de que ya es plenamente consciente de que esa superficie le permite verse a sí mismo, por el contrario, si trata de limpiar a su amiguito reflejado, entonces sabrás que continúa en el proceso.
En conclusión, el espejo es desde nuestra más temprana infancia una herramienta sumamente valiosa en la construcción y reforzamiento de nuestra propia identidad. Es lo que nos ayuda a saber cómo somos físicamente, cómo nos proyectamos hacia el mundo y, a veces, cómo nos pueden percibir los demás.
Para tu bebé es una ventana gigantesca que le dará primero la calma y la confianza de tener siempre ahí a un amigo y, después, le ayudará a conocer y aceptar su cuerpo como parte innegable de él mismo.
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