Por Nayeli Rueda
¿Tu bebé llora repentinamente? ¿Su llanto es intenso? ¿Le llamas por su nombre y no voltea? ¿Cuando juegas con él sientes como si no te viera? ¿Se mece o aletea? ¿Camina de puntitas? ¿Se altera con algunos ruidos?
Si has pensando que tu niña o niño se comporta diferente a sus pares, si tienes dudas sobre su neurodesarrollo o si crees que algunas veces su conducta es “rara” –y has respondido afirmativamente a todas o casi todas las interrogantes que dan inicio a este texto– deberías acudir con un especialista, ya que podría estar viviendo algún Trastorno del Espectro Autista.
El autismo o TEA es un grupo de trastornos del desarrollo cerebral que se caracterizan por dificultades en la comunicación y la interacción social y por un repertorio de intereses y actividades restringido y repetitivo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque en la actualidad hay muchos avances en el diagnóstico a temprana edad, todavía faltan especialistas capaces de identificar algunos focos rojos del neurodesarrollo de un bebé, pues en el 80% de los casos, los padres son los primeros en sospechar que sus hijos tienen esta condición, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Para hacer un diagnóstico de autismo se necesitan horas de observación y análisis, y solamente lo puede realizar el neuropsiquiatra, paidopsiquiatra o psicólogo certificado.
Aspectos sobre el autismo que no debemos ignorar
Uno de cada 160 niños padece un Trastorno del Espectro Autista, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Detectarlo es difícil durante los primeros 12 meses de vida; pero si a los 18 meses el bebé presenta algunas conductas de riesgo, se puede hacer una revisión y mantener en vigilancia su desarrollo.
“Hay indicadores de riesgo que tienen que ver con el lenguaje, el llanto, el balbuceo, la socialización, la interacción mamá-bebé y la motricidad gruesa, entre otros aspectos”, explica la maestra en rehabilitación neurológica, Ruth Reyes Melchor, coordinadora del Centro de Autismo del DIF Zapopan.
Si las conductas de tu hijo te están generando muchas dudas, la experta recomienda consultar a un especialista para averiguar qué pasa y saber cómo intervenir: “debes preguntarte qué tanto está siendo desadaptativa la conducta de tu hijo en su entorno, qué tanto afecta su aprendizaje y qué tanto está dificultando la relación con los demás”.
Los siguientes son algunos focos rojos en el desarrollo de tu bebé, que no te deben angustiar, pero que tampoco debes ignorar. Son un grupo de conductas de riesgo que pueden estar dificultando su aprendizaje, su desarrollo e interacción con otros.
- No interactúa contigo ni mantiene la mirada cuando lo estás amamantando; incluso, está más interesado en un objeto en particular, que en la interacción contigo y con su papá.
- Está calladito, se la pasa quitecito, no voltea cuando le hablas.
- Llora repentinamente. Su llanto es profundo y constante y es muy difícil tranquilizarlo.
- Juega de manera rutinaria. Le llaman la atención ciertos detalles de un juguete. Al tomar un carro juega con las llantas o las puertas.
- Apila o enfila los juguetes.
- No sigue indicaciones si le pides que traiga un juguete.
- No señala cuando le preguntas dónde está el biberón o algún otro objeto.
- Grita o llora ante estímulos externos como una lavadora o el timbre de la casa.
- Se “pierde” ante movimientos constantes como el de un ventilador; es decir, pasa mucho tiempo observándolos.
- Responde a estímulos visuales o de luces.
- Ante un cambio mínimo de rutina se estresa, por ejemplo, si le cambias el color de su cepillo dental.
- Presenta conductas estereotipadas, como movimientos constantes con las manitas, conocidos como aleteos, o balbuceos muy repetitivos.
- Se mece por mucho tiempo.
Si tu hijo presenta varias de las siguientes características, considera ir con un especialista, no lo dejes pasar.
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