Por Nayeli Rueda
Un bebé prematuro tiene más riesgos de desarrollar discapacidades para toda su vida, sobre todo, si no recibe atención y cuidados especiales; pero un ambiente con luz contralada, entre otros apoyos, puede ser benéfico para su desarrollo y maduración.
El bebé prematuro, también llamado pretérmino, es el que nace antes de las 37 semanas de gestación, y entre menos tiempo esté en el vientre de mamá, más inmaduro estará su organismo para enfrentarse al mundo exterior.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un gran número de los bebés prematuros que sobreviven sufren algún tipo de discapacidad de por vida, en particular, discapacidades relacionadas con el aprendizaje, problemas visuales y auditivos.
La buena noticia es que un ambiente con luz controlada traerá muchos beneficios para la salud del neonato, a corto y largo plazo. Desde que está en el hospital, y una vez que es dado de alta, es muy importante que se exponga a un ambiente de luz y oscuridad.
En casa, por ejemplo, puedes optar por una lámpara que te permita regular la intensidad de la luz y redireccionarla hacia donde quieras, evitando que caiga directamente en sus ojos, para lograr que se recupere más rápido y tenga menos complicaciones de salud.
Para el doctor Manuel Ángeles Castellanos, jefe del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, “la luz constante puede influir en alteraciones fisiológicas y no permite descansar a los neonatos”. Este fue uno de los hallazgos del estudio “Un ciclo de luz-oscuridad en la Unidad de Cuidados Intensivos acelera la ganancia de peso corporal y reduce el tiempo de estancia hospitalaria en bebés prematuros”.
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Evita la luz directa a los ojos del bebé
Cuando un bebé sale del útero, se enfrenta a muchos problemas adaptativos y uno de ellos es el ciclo de luz-oscuridad. El sistema circadiano de los infantes es sensible a la luz desde etapas muy tempranas del desarrollo, por lo que mientras más rápido sea el proceso de adaptación a dicho ciclo su desarrollo y madurez se beneficiarán, apunta el científico Manuel Ángeles Castellanos.
Conforme crece, el bebé deberá espaciar las siestas diurnas para que descanse durante la noche; esto le permitirá la liberación de hormonas que ayudan a su desarrollo y maduración.
Durante las dos o tres primeras semanas, deben mantenerse los periodos de sueño y alimentación cada tres o cuatro horas; a las cuatro semanas, se debe espaciar; y entre la sexta y octava semana procurar mantener periodos de sueño de seis a ocho horas corridas.
El investigador recomienda que en la habitación del recién nacido “se eviten las lámparas con luz directa al bebé, que los padres no se acuesten con el celular prendido o con la televisión encendida y que el bebé tenga su propio espacio para dormir en la misma habitación, si es posible”.
Beneficios de disminuir la iluminación
La investigación consistió en cambiar el ambiente en el que se atiende a los bebés prematuros dentro del hospital y disminuir la iluminación. Para ello, se estudió a un grupo de neonatos, cuya edad gestacional fue por debajo de las 32 semanas, con un peso promedio menor a kilo y medio.
A varios de ellos se les reguló la luz con un artefacto parecido a un casco o toldo, y se encontró que el ciclo luz-oscuridad los ayudó a:
- Estabilizar la frecuencia cardiaca.
- Mejorar la oxigenación.
- Contribuir a la maduración y desarrollo de los tejidos.
- Ganar peso.
- Acortar el tiempo de estancia hospitalaria.
Mientras más rápida sea la incorporación de los pequeños al seno familiar, esto permitirá que tengan una mejor adaptación y maduración en todos los sentidos.
“Evita que en la habitación haya lámparas con luz directa al bebé. Tampoco te acuestes con el celular prendido o la televisión encendida”.
Manuel Ángeles Castellanos, jefe del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM.