Por Nayeli Rueda
Uno de cada 650 niños en México nace con pie equinovaro aducto (PEVA), una deformidad del pie. Esta cifra implica que al año existen cinco mil nuevos casos, aproximadamente, de acuerdo con la Fundación Mexicana de Pie Equinovaro.
A simple vista, esta deformidad en el pie del bebé puede impactar a los padres, quienes suelen pensar que su hija o hijo jamás podrá caminar. Sin embargo, este problema se puede corregir, siempre y cuando la atención médica sea rápida y adecuada.
El pie equinovaro, o también llamado pie zambo, es una malformación de nacimiento que se diagnostica con observar el pie del bebé: uno o ambos pies están girados hacia dentro. “El pie está en punta y el talón está doblado hacia dentro”, explica el ortopedista pediatra Oscar Isunza, del Hospital Ángeles Pedregal.
Cuando este problema no se atiende, puede causar un desbalance muscular significativo en los menores. Si bien el niño o niña va a poder caminar o correr, “lo hará de manera inadecuada, pues la posición del pie será anormal”.
Si un bebé se atiende a tiempo y con un médico especializado, uno o ambos pies se corregirán en los primeros tres meses de vida. En la mayoría de los casos, el pie equinovaro aducto se alinea a través del Método Ponseti, un tratamiento reconocido a nivel mundial.
La terapia debe iniciarse en las primeras semanas de nacimiento del pequeño y el método consiste en poner unos yesos en los pies del bebé, cada semana, para corregir su posición y alinearlos.
Cada colocación del yeso implica una técnica especial. De ahí la importancia de que el médico “esté capacitado y tenga un entrenamiento para utilizar este método y haga un correcto enyesado y, por consiguiente, un mejor pronóstico”, apunta Isunza Alonso, subdirector de cirugía en el Instituto Nacional de Pediatría.
Los yesos se cambian cada semana y pueden ser, en promedio, cuatro o seis los que use un bebé. Esto dependerá de si la deformidad del pie es muy severa o moderada.
Es muy importante que sigas las indicaciones del médico, pues si te las saltas o tú mismo das de alta a tu pequeño, le estarás negando la oportunidad de obtener el 98 por ciento de éxito en su tratamiento.
Una vez que se termina la colocación del último yeso se hace una tenotomía, una cirugía de mínima invasión para cortar el Tendón de Aquiles. Posteriormente, el niño tendrá que usar una barra para mantener la corrección de los pies.
El tiempo de uso de la barra durante el día se irá disminuyendo progresivamente, pero se tendrá que seguir usando en las noches, hasta los cuatros años de edad, para evitar que regrese la deformidad.
Cabe señalar que los pacientes continúan en vigilancia médica con una revisión anual hasta los 18 años de edad.
De acuerdo con la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos, una niña o niño con tratamiento deberá tener un pie casi normal y podrá correr y jugar sin sentir dolor y usar zapatos normales, aunque su pie puede ser una talla más pequeña y algo menos móvil que el pie normal.
El pie equinovaro aducto puede detectarse en un ultrasonido en el embarazo, a partir de la semana 20 de gestación, sin que nada se pueda hacer hasta que el bebé nazca.
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