En las primeras etapas de la infancia es importante estimular el lenguaje de los bebés para que “pueda comunicar lo que siente y necesita de manera efectiva, así como relacionarse y conocer su entorno”, nos dice Mariana González, terapeuta de lenguaje y directora de Aleta Terapia.
Antes de hablar, utilizará señas y gestos, y luego vendrá el balbuceo y la pronunciación de las primeras sílabas. Al año de edad, entenderá más palabras de las que puede decir. Pero, ¿de qué depende que un pequeño hable más rápido que otro?
Cada menor es diferente y hay que respetar su ritmo. Sin embargo, hay aspectos que influyen en el desarrollo de su lenguaje, “el más importante es la interacción que tenga en casa y la estimulación directa que puedan brindar sus padres o cuidadores”, apunta la licenciada en terapia de audición, lenguaje y aprendizaje.
Un bebé necesita que se relacionen todo el tiempo con él: que le hablen, que le platiquen, que le hagan preguntas e imiten los sonidos que está escuchando para que pueda hacer asociaciones.
Al platicarle al pequeño, también tendrá una retroalimentación auditiva y aprenderá nuevas palabras y esto lo animará a querer comunicarse. Si son muy chiquitos, hay que responder al balbuceo para que empiecen a identificar esa interacción social y tomen turnos, como sucede en la práctica cotidiana del lenguaje.
UNICEF señala que es importante que, como papá o mamá, imites todos los sonidos que el bebé haga con un tono suave para motivar a que los siga haciendo, así como observar la expresión de su cara y comunicarle tus sentimientos de amor.
Entre los ocho meses y el año de edad, el bebé dirá sus primeras palabras. Por eso, a pesar de que sea muy pequeñito y todavía no te entienda, Mariana González, experta en terapia de lenguaje, recomienda:
Cuando un bebé empiece a decir sus primeras palabras, no necesariamente las va a pronunciar como nosotros, sino que las va a expresar de manera incompleta, pero eso ya cuenta como palabras. Es probable que escuches decir a tu bebé “eta” por galleta, “eche” por leche, “ate” por chocolate y “papo” por zapato. El consejo para los padres de familia es:
Hay que buscar oportunidades para que el bebé pueda expresarse y dejar que pida leche, una galleta o su juguete favorito: “si todo lo tiene a la mano, no vamos a crear esa necesidad de comunicación y de esforzarse por hacerlo cada vez mejor”, apunta la especialista.
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