Luis nunca ha tenido a un bebé en sus brazos. Los niños pequeños le parecen tan frágiles que está nervioso y tiene miedo. Sin embargo, en un par de meses se convertirá en papá y será necesario que aprenda cómo cargar a un bebé recién nacido.
Si al igual que Luis eres una madre o un padre primerizo que está experimentando nerviosismo por ser neófito en el tema de la crianza, te tenemos una noticia que te va a tranquilizar: es muy difícil que a alguien se le caiga un bebé de los brazos. Esto nos lo asegura Azucena García Pacheco, experta en el cuidado del bebé del Centro de Atención Prenatal Yo soy Puericultista.
Deja de imaginar cosas descabelladas que no van a pasar y comienza a practicar cómo cargar a un bebé recién nacido. Utilizar un muñeco o un cobertor enrollado es una buena idea para iniciarte en ello, ¡la práctica hace al maestro!
Para recibir y cargar a un bebé recién nacido, es muy importante hacerlo con seguridad y firmeza. Siempre debes sostener su cabecita y cuello juntos con la mano, así como la parte superior de la espalda. A esta edad todavía no pueden hacerlo por sí mismos. El control cefálico se logrará después de los tres meses de edad.
Existen diferentes formas de cargar al bebé, pero la más habitual es llevarlo hacia el pecho. La puericultista García Pacheco lo explica así:
Existe el mito de que si cargas a un bebé se va a acostumbrar. Sin embargo, un recién nacido necesita de tus brazos para sentir alivio. ¡No temas cargarlo!: “si un niño llora y se calma cuando lo abrazas es porque necesitaba consuelo y sentirse protegido”, enfatiza García Pacheco.
La especialista en desarrollo infantil señala que hay mucha desinformación al respecto, y no cargar a un bebé cuando llora es una “negligencia emocional”. Los adultos somos los encargados de cubrir las necesidades físicas y de alimentación, pero también las afectivas y emocionales. “Si cuando cargas a un bebé se calma y deja de llorar, no debes dudar en hacerlo, por amor y respeto”, dice.
Desde hace siglos las mujeres, principalmente, han transportado y llevado a sus críos cerca de ellas en el rebozo para mantener las manos libres. El uso de un rebozo o portabebés satisface la necesidad del niño de sentirse seguro y tranquilo, a la vez que deja las manos libres del portador.
En todas las culturas se ha portado tanto a bebés como a niños pequeños, de modo que los adultos puedan realizar tareas cotidianas o desplazarse con mayor rapidez, sin dejar de atender al niño, refiere la Asociación Española de Pediatría.
El porteo permite que un bebé adopte posturas ergonómicas, que vayan de acuerdo con su anatomía, que no lo lastiman y que favorecen su desarrollo físico y emocional. Solamente hay que estar pendientes de que el rebozo o el portabebés no le roce la piel, concluye la experta.
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