La cajita de los besos, también llamada, La caja llena de besos, es un cuento para niños que enseña a los padres la importancia de las palabras.
Porque mamá y papá no solo se encargan de cubrir las necesidades de los niños, a través de cómo tratan a sus hijos, ellos se van forman la imagen de sí mismos.
El cuento, que es de autor desconocido, dice así:
La cajita de los besos
Hace tiempo, un hombre castigó a su pequeña hija de 3 años por desperdiciar un rollo de papel para envoltura dorado, el cual tenía guardado en casa para Navidad.
El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja de cartón.
La idea de la pequeña era poner la caja debajo del árbol de Navidad como un regalo especial, pero esto no lo sabía el padre, que a gritos la mandó a su cuarto.
La pequeña se retiró triste y cabizbaja de la vista del padre que iracundo seguía refunfuñando sobre el costo de ese hermoso papel “desperdiciado”.
– “¿Qué no sabes lo que vale ese papel como para que estés jugando con él? ¡Vete a tu cuarto!”
A la mañana siguiente, la niña le llevó tímidamente el regalo a su progenitor y le dijo:
-“Esto es para ti, Papito”.
El hombre se sintió avergonzado por la reacción fúrica anterior, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
Otra vez le gritó enojado:
-“¡Pero qué clase de broma es esta! ¿Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?”
La pequeñita miró hacia arriba, estaba espantada al ver la reacción de enfado de su papá. Con lágrimas en los ojos y, mucho miedo, le dijo:
– “¡Oh, Papito, no esta vacía! Anoche antes de envolverla yo soplé muchísimos besos dentro de esa caja y todos son para ti”
El hombre se sintió muy culpable por haber sido tan cruel. Cayó de rodillas, abrazó a su hija y le suplicó que lo perdonara.
Cuentan que este padre guardó esa caja dorada cerca de su cama por el resto de su vida. La niña creció y se fue de la casa a formar su propia familia.
Siempre que se sentía solo y derrumbado, tomaba de ella un beso imaginario y recordaba el amor que su hija había depositado ahí. Con el tiempo comprendió que no había regalo más hermoso que pudiera recibir.
Reflexión
¿Cuántas veces hemos recibido una “caja dorada” llena de amor incondicional y besos mágicos de nuestros niños?
¿Cuántas veces hemos tenido reacciones desproporcionadas por cosas superficiales?
¿Por qué nos cuesta trabajo entender que vale más un beso que cualquier otro objeto por caro que sea?
Rescatemos ese dibujo lleno de ternura, esa manualidad “maltrecha”, ese juguito de naranja hecho con sus manitas llenas de tierra y amor.
Regalos hay muchos, pero la ninguno tan hermoso como el cariño de los hijos.
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