Estrés es un vocablo que se ha vuelto mucho más común de lo que la salud mental de la humanidad merecería, de hecho, se le ha considerado una pandemia. Es una palabra que está tan cargada de significados que tan solo la posibilidad de que un médico lo diagnostique, ¡estresa! Pero calma, para que les puedas dar ayuda a tus peques para lidiar con su estrés es que hicimos esta investigación.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina (NLM, por su sigla en inglés) del gobierno de Estados Unidos, “el estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que te haga sentir frustrado, furioso o nervioso. El estrés es la reacción del cuerpo a un desafío o demanda. En pequeños episodios el estrés puede ser positivo, como cuando ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo, puede dañar tu salud”.
Pueden distinguirse dos tipos de estrés: Agudo y crónico
- Estrés agudo. Este es estrés a corto plazo y que desaparece rápidamente. Puedes sentirlo cuando presionas los frenos, peleas con tu pareja o esquías en una pendiente. Esto te ayuda a controlar las situaciones peligrosas. También ocurre cuando haces algo nuevo o emocionante. Todas las personas sienten estrés agudo en algún momento u otro.
- Estrés crónico. Este es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado. Puedes tener estrés crónico si tienes problemas de dinero, un matrimonio infeliz o problemas en el trabajo. Cualquier tipo de estrés que continúa por semanas o meses es estrés crónico. Una persona puede acostumbrarse tanto al estrés crónico que no se da cuenta que es un problema. Si no encuentra maneras de controlar el estrés, este podría causar problemas de salud.
Desde esta perspectiva, quizá no sea posible hablar de una vida sin estrés, pero de lo que sí podemos hablar es de tener las herramientas suficientes para poder enfrentarlo y manejarlo, para que no llegue al nivel de estrés crónico.
El estrés y los niños
Desafortunadamente el estrés no es sólo cosa de adultos, cada día son más los pequeños que lo padecen, afectando muchos aspectos de su desarrollo, su salud y su capacidad de relacionarse con su entorno.
Aunque es más común que se manifieste en la edad escolar, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha hecho una lista de las señales comunes al estrés infantil, haciendo una segmentación por grupos de edades, señalando que, aunque son reacciones normales frente al estrés, en caso de persistir es importante buscar el apoyo de un especialista.
Reacciones comunes al estrés en los niños
De 0 a 3 años
- Mayor necesidad de estar cerca de los cuidadores
- Regresión del comportamiento
- Cambios en los hábitos alimenticios o del sueño
- Aumento de la irritabilidad
- Aumento de la hiperactividad
- Temores intensos
- Rabietas más frecuentes
- Llantos más frecuentes
De 4 a 6 años
- Necesidad de estar cerca de los adultos
- Regresión del comportamiento
- Cambios en los hábitos alimenticios o del sueño
- Aumento de la irritabilidad
- Dificultades para concentrarse
- Disminución o exceso de actividad
- Pérdida de interés por el juego
- Deseo de asumir papeles de adulto
- Mutismo
- Ansiedad o aumento de la ansiedad
De 7 a 12 años
- Retraimiento
- Preocupación por otras personas afectadas por un acontecimiento concreto
- Cambios en los patrones de alimentación o del sueño
- Temores exacerbados
- Aumento de la irritabilidad
- Agresividad
- Agitación
- Deterioro de la memoria y la concentración
- Síntomas físicos/psicosomáticos
- Evocación frecuente del suceso o realización de juegos repetitivos
- Sentimiento de culpa
La Academia Americana de Pediatría (AAP) nos dice que, “sin importar la edad hay también ciertas reacciones físicas al estrés, las cuales pueden confundirse con un síntoma de algún otro padecimiento”; por ello es muy importante que ante cualquier síntoma o anomalía sea el pediatra quien examine a los menores para dar con la causa:
- Fatiga
- Sensación de opresión en el pecho
- Dificultades para respirar
- Boca seca
- Debilidad muscular
- Dolor de estómago
- Mareos
- Temblor
- Dolores de cabeza
- Dolor genérico
Cuando los siguientes síntomas persisten, es indispensable que los niños reciban apoyo especializado, siendo su pediatra quien indique cuáles son los pasos a seguir:
- Retraimiento, reserva e inmovilidad
- Miedo en presencia de otros
- Mutismo
- Preocupación extrema y constante
- Síntomas físicos de malestar: temblores, dolores de cabeza, pérdida de apetito, tensión y dolor
- Agresividad, voluntad de dañar a otros
- Confusión o desorientación
Los niños no sólo están muy sintonizados con las alteraciones en su entorno, sino que también son expertos en detectar el estado emocional y las reacciones de sus padres, incluso si no se mencionan explícitamente. En el caso de que un padre pierda su trabajo, las ramificaciones de esta crisis se extienden más allá de las implicaciones financieras. Los niños deben aprender a adaptarse a las nuevas restricciones presupuestarias, así como a las repercusiones emocionales que puedan experimentar sus padres.
Como futuros adultos, los niños aprenden a manejar los desafíos de la vida y desarrollan su resiliencia a través de estas experiencias.
Los temperamentos de los niños son diversos, al igual que su aptitud para manejar el estrés y las dificultades cotidianas. Algunos niños son naturalmente relajados y pueden adaptarse fácilmente a nuevas experiencias y situaciones, mientras que otros pueden desconcertarse por los cambios en sus vidas.
Ayuda a tus peques a lidiar con su estrés
¿Cómo enseñar a tu hijo a enfrentar el estrés? Los pequeños tienen más y mejores herramientas para afrontar el estrés cuando:
- Se les ha fomentado una alta autoestima y conocimiento propio de sus capacidades y límites.
- Se les ha enseñado a enfrentar problemas, sabiendo que hay más de una opción para resolverlos.
- Se saben amados y respaldados por su familia y amigos
- Se les ha enseñado a no cargar con responsabilidades que no les pertenecen
Recuerda siempre que los peques aprenden de lo que ven, ellos observan los comportamientos y reacciones de los adultos (sobre todo sus padres) para aprender a gestionar sus propias emociones y reacciones en situaciones de estrés.
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