Los bebés que nacieron durante el primer confinamiento por Covid-19 tardaron más tiempo en alcanzar los hitos del desarrollo en comparación con los que nacieron antes de la pandemia, así lo sugiere un estudio irlandés dado a conocer por el diario The Guardian en La-Lista.
De acuerdo con la investigación, los bebés que estuvieron en casa fueron ligeramente menos propensos a hablar, señalar o saludar con la mano a los 12 meses, aunque es posible que hayan comenzado a gatear más rápido, sugieren los datos.
Los bebés del confinamiento
Alrededor de 600 mil bebés nacieron en Gran Bretaña, y otros 60 mil en Irlanda, durante el año 2020, cuando las restricciones por Covid-19 y el uso de cubrebocas detuvieron muchas actividades sociales. En México, se contabilizaron 1 629 211 nacimientos en el registro civil durante ese año.
Algunas de las actividades sociales que se limitaron durante esa etapa fueron las sesiones de música de los niños pequeños, los paseos prenatales en grupo y los abrazos con los abuelos. Desde entonces, padres y psicólogos han reflexionado sobre el impacto de este aislamiento forzoso en el desarrollo social de los bebés.
“El confinamiento irlandés, en particular, fue un confinamiento muy estricto”, señaló la Dra. Susan Byrne, neuróloga pediátrica del Real Colegio de Cirujanos de Irlanda. “Durante los primeros seis meses, las familias (que estudiamos) estuvieron en contacto con solo otras cuatro personas fuera de la unidad familiar, en promedio, y al llegar a los 12 meses, uno de cada cuatro de los bebés no había conocido a otro niño de su edad”.
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“Pandemials” tardan más en desarrollarse
Para investigar la forma como el confinamiento afectaba su desarrollo, Byrne y sus colegas pidieron a los padres de 309 bebés “pandemials” que evaluaran su capacidad para gatear; agarrar objetos pequeños con el pulgar y el dedo índice; expresar al menos una palabra definida y con sentido; así como otros siete hitos del desarrollo, una vez cumplidos los 12 meses de edad. Todos los bebés nacieron entre marzo y mayo de 2020.
El estudio, publicado en la revista Archives of Disease in Childhood, sugirió que el confinamiento por la pandemia tuvo un efecto pequeño pero medible en las habilidades lingüísticas y comunicativas de los bebés: en comparación con los bebés que nacieron antes de la pandemia, había menos probabilidades de que supieran una palabra definida y significativa (89% frente al 77%), que señalaran a personas u objetos (93% frente al 84%) o que fueran capaces de decir “adiós” (94.5% frente al 88%).
No obstante, la mayoría de ellos fue capaz de gatear (91% frente al 97.5%), posiblemente porque pasaron más tiempo en el piso, en lugar de estar atados a carros y carriolas.
“Es interesante, porque muchos de estos bebés estaban en casa y no veían salir a muchas personas, lo que significa que no habría habido nadie a quien decirle ‘adiós’. Los bebés también suelen señalar cuando ven cosas nuevas que quieren, pero si no salían, ya habrían conocido todo lo que hay en su entorno”, agregó Byrne.
La doctora destacó que las diferencias eran pequeñas y que los padres podían hacer mucho para ayudar a los niños a adaptarse, como leerles y platicar con ellos con regularidad.
“Los bebés son resilientes e inquisitivos por naturaleza, y es muy probable que con el resurgimiento social y el aumento de los círculos sociales mejoren sus habilidades comunicativas sociales”, comentó Byrne. “Sin embargo, será necesario hacer un seguimiento de este grupo y de otros hasta que lleguen a la edad escolar para comprobar que así sea”.
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Niños, los más afectados por la pandemia
No es la primera vez que se dan a conocer los efectos colaterales de la pandemia y el confinamiento. De acuerdo con UNICEF debido a la interrupción de las clases, los juegos con amigos y otras rutinas de socialización importantes para los niños, se han registrado comportamientos regresivos. Es decir, un retroceso en las actividades que antes dominaban, como ir al baño, dormir, problemas de lenguaje, entre otros.
Incluso niños más grandes y adolecentes están experimentando dificultades para controlar sentimientos de ira y rabietas, mientras que los progenitores están intensificando los sentimientos de culpabilidad. Aún estamos en los primeros estudios, lo más probable es que más adelante se den a conocer más consecuencias del aislamiento.
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