“Mami, tengo miedo de volverme a dormir”, me dijo mi hija de 9 años luego del sismo de 6.9 que se registró en la madrugada de este 22 de septiembre. Era la 01:16 horas y la mayoría de los mexicanos estábamos en nuestro “quinto sueño” cuando la alerta sísmica nos hizo levantarnos de nuestras camas.
Vivimos en un país que por su ubicación geográfica es considerado “de alta sismicidad”. Debajo de la tierra de nuestro territorio interactúan cinco placas tectónicas: la de Norteamérica, la de Cocos, la del Pacífico, la de Rivera y la placa del Caribe. Sabemos que cada placa se mueve de manera caprichosa y, cuando se encuentran, liberan una gran cantidad de energía que sale a la corteza terrestre.
Está claro que no podemos sino estar “preparados” para los sismos, pero aún así cada vez que la tierra se mueve nos trae angustia, recuerdos trágicos y muchas enseñanzas.
Los nervios que se contagian
Primero te platico cómo lo viví yo. Como en simulacros y otros movimientos telúricos este jueves nos ubicamos en la zona que el personal de protección civil nos ha marcado varias veces como segura. Mi hija, mi esposo y yo estábamos calmados, esperando que empezara el sismo; mientras algunos vecinos se abrazaron a la expectativa.
Cuando empezó el temblor, simple y sencillamente tomé a mi hija de la mano y le dije que se tranquilizara, que estábamos seguros y pronto pasaría. Sin embargo, no tomé en cuenta que una vecina tendría una crisis nerviosa que pronto contagiaría a varios de los que estábamos cerca
Nunca había visto a mi vecina de esa manera. Comenzó a llorar, a rezar, a hincarse y a gritar por ayuda al cielo. Mi hija también lloró, mientras otras personas, sobre todo los niños, siguieron en voz alta las oraciones.
Al ver a mi vecina me di cuenta que cada uno reacciona de diferente forma a los momentos de estrés. Al regresar a casa platiqué con mi hija y le expliqué que, si bien el miedo es válido, debemos aprender a controlarnos porque los nervios se contagian y no nos permiten reaccionar rápido. Afortunadamente la réplica de este 22 de septiembre no causó daños mayores, pero nos recordó lo que sí y lo que no debemos hacer.
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No estamos preparados para un sismo
Mi amiga Carla vive al norte de la Ciudad de México, ella tiene dos hijos, uno de seis y otro casi de la edad de mi niña, ocho años. Su experiencia frente a este sismo fue distinta pero finalmente también deja en evidencia que aún no estamos lo suficientemente preparados.
“Pareciera que con tantos sismos los mexicanos ya estamos ‘curtidos’, pero no es así y un temblor en la madrugada lo hace más que evidente. Gracias a Dios que fue leve, pero nosotros tardamos muchísimo tiempo en salir de nuestra casa. Tenemos la mala costumbre de dormir casi desnudos, solo con ropa interior, y me pareció eterno vestir a los niños. Por más que les decía que se apuraran cuando finalmente estuvimos afuera el movimiento ya había terminado. ¿Te imaginas qué peligroso?
“Cuando volvimos a la casa platiqué con mis hijos y su papá. No solo basta estar ‘preparados’ en horario ‘de oficina’ o ‘de escuela’, los sismos no tienen palabra de honor, no podemos confiarnos solo porque es de noche. Desde hoy la indicación es que debemos usar pijamas y si no, tener siempre a la mano ropa para vestirnos y no perder tiempo buscando ‘qué ponernos’. Definitivamente seguimos aprendiendo y seguimos cometiendo errores”.
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Los niños siempre tienen preguntas
María tiene una niña de cuatro años. El sismo del lunes 19 de septiembre y esta réplica del 22 son los únicos referentes de la pequeña y, por supuesto, está llena de dudas. Esta mañana al despertar llenó de preguntas a sus papás.
“Pues básicamente nos preguntó qué es un sismo y traté de explicarlo de forma sencilla. Tenía mucha curiosidad por saber la razón de que la tierra se moviera. El lunes le tocó en el kínder y ya le habían platicado, pero sentirlo otra vez y en la noche le causó miles de preguntas.
“Creo que más que el movimiento en sí, lo que le genera mucha preocupación es nuestra actitud, cómo salimos rápido y la cargamos. Literalmente solo agarré una cobija y la saqué de su cama. Hoy en la mañana no dudó en tocar el tema y, como suspendieron las clases en su escuela para revisar el inmueble, nos dio oportunidad para tratar de despejar sus dudas.
“La llevamos nuevamente al espacio seguro para que viera por qué siempre nos dirigimos a ese lugar y le contamos que también en la escuela hay un espacio seguro donde sin cables ni cosas que se puedan caer. También le dijimos que todos en la familia debemos saber qué hacer y que en nuestro caso yo era la encargada de ver por ella, mientras papá cerraba la válvula de gas para evitar accidentes. Tanto papá como yo tratamos de hacer énfasis en que estamos a salvo y que debemos estar tranquilos”.
¿Cuál sismo? Algunos ni lo sintieron
Para Elisa, mamá de un niño de ocho y otro de dos, el sismo de madrugada fue imperceptible: “La verdad no sentimos nada, nos quedamos todos bien dormidos. Iktan fue normal a la escuela y Joel sigue en casa conmigo, todavía no lo llevo a la guardería. Me sorprendió amanecer con la noticia de que hubo sismo y gracias a Dios estamos bien”.
Sin duda todos vivimos el sismo de diferente manera.
En la escuela de mi hija también hubo suspensión de clases. Sí me preguntó por qué la vecina se puso tan nerviosa y le dije que algunas personas así lidian con el estrés, pero lo mejor es tratar de estar tranquilos para no asustar a los demás, sobre todo a los niños pequeños. “Sí mami, yo vi que otros niños estaban llorando y yo también, me puse más nerviosa que cuando estuve en la escuela”, me respondió.
¿Cómo viviste el sismo tú? ¡Platícame tu experiencia!
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