Por Nayeli Rueda
Alfonso disfruta la paternidad. Su hija, Luciana, acaba de cumplir un año de edad, y para él ha sido muy importante mantener una relación estrecha con ella y estar presente en su vida: jugando y leyéndole cuentos, pero también, dándole de comer y cargándola cuando llora.
Un padre activo es aquel que cuida y se involucra en todos los momentos del desarrollo de su hijo o hija, como en el embarazo, el nacimiento, la infancia temprana, la niñez y la adolescencia, de acuerdo con la Guía de paternidad activa para padres, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La paternidad afectiva y la crianza positiva implican construir vínculos fuertes con los hijos, a través del contacto físico, de abrazarlos, besarlos y cargarlos. Sin embargo, el machismo en algunas sociedades, como la mexicana, han impedido que los hombres vivan plenamente la paternidad, explica el psicólogo Eduardo Pérez Amescua, del Centro de Psicoterapia Anzures (Cepa).
Vivir la paternidad ¡todos los días!
Cultural e históricamente la crianza ha estado vinculada con las mujeres, pero cada vez son más los padres comprometidos en el cuidado y la educación de sus hijos. El especialista enfatiza que ser papá, además de dar alimento y vestido, implica también dar afecto, cuidados y criar activamente.
Aún hay hombres que consideran que su función primordial como padres es mantener económicamente a su familia, pero criar y dar amor es una función que también pueden realizar, asegura Pérez Amescua, maestro en psicoterapia analítica.
El hombre que es papá debe involucrarse diariamente en la crianza de los hijos: cuidándolos, paseándolos, alimentándolos, vistiéndolos, bañándolos. En algunas familias “a veces esto no sucede porque en su infancia ese hombre no tuvo un vínculo afectivo con su padre”, apunta Pérez Amescua.
La UNICEF ha creado campañas para animar a los padres a corresponsabilizarse en el cuidado y la crianza de los hijos. “Que los hombres disfruten de una paternidad plena contribuye a que los niños y niñas tengan el mejor comienzo en la vida”.
Fortalecer la relación padre-hijo-hija
Muchos hombres no construyen un vínculo afectivo con los hijos porque no tienen un referente. De niños, no tuvieron un papá que se acercara a acariciarlos, a contenerlos y escucharlos. “En la infancia de un macho no hubo un vínculo afectivo con el padre; no lo atendió cuando estaba triste o angustiado”, opina el especialista.
Cuando un hombre está presente en la vida de sus hijos y día a día construye ese vínculo afectivo, ese papá está dando “recursos emocionales para la vida”. Y estar presente significa dar tiempo de calidad y generar certidumbre y confianza en los niños.
A continuación, algunas ideas para fortalecer el vínculo afectivo de papá con su hija o hijo, en la primera y segunda infancia.
- Desde que el hijo está en el vientre materno, puede comenzar a vincularse hablándole o leyéndole.
- Al nacer, puede bañarlo y hacerle ejercicios de estimulación temprana.
- Mientras es bebé, puede tener contacto piel con piel. Así como cargarlos, hablarles y cantarles.
- Con los más grandecitos, UNICEF sugiere estar en contacto con ellos de manera tranquila y con escucha activa. Tener conversaciones calmadas y asertivas, en las que los niños y las niñas se sientan protagonistas y escuchados.
- Para el maestro Pérez Amescua recomienda que al jugar con tu hija o hijo lo mires a los ojos, que te conectes con lo que están haciendo juntos: colorear, jugar a la pelota, hacerle cosquillas…
- Poner atención a los intereses y gustos de tus hijos e hijas, en especial de los más grandes, pues ellos serán el indicador de hacia dónde vamos como papás.
- Un vínculo fuerte y amoroso, también requiere de una crianza respetuosa, sin golpes, gritos o amenazas.